Un Mensaje de Navidad de Obispo William Joensen
by Bishop William Joensen | December 25, 2025
Queridos amigos en Cristo,
A inicios de este año, el Papa León Catorce reflexionó sobre la naturaleza de la esperanza como un trampolín para la conexión entre nosotros. Él se inspiró en uno de los primeros padres de la Iglesia, Irineo de Lyon, quien superó varias posiciones controversiales sobre la persona de Jesús para enfatizar su verdadera humanidad, su encarnación en carne humana. Esta verdad es causa de nuestra celebración de esta gran Fiesta de Navidad. Nuestro Santo Padre se refiere a Irineo como un “cantor” de la persona de Cristo – uno que canta bien y que guía a otros a proclamar el misterio de los que Dios ha revelado sobre sí mismo, el Hijo que trae el amor de Dios Padre al mundo.
En la noche de la Navidad, Jesús motiva a los ángeles a cantar “Gloria a Dios en las alturas.” El llanto del niño Jesús fue música para los oídos de María su Madre cuando ella meditaba en su corazón sobre el regalo que representaba Jesús. Incluso la persona más incrédula y cohibida que sabe que no fue agraciada con una afinación perfecta, se conmueve con el misterio de la Navidad convirtiéndose en un niño desinhibido que vuelve a cantar. Nos unimos a los coros y a los himnos que expresan nuestra maravilla y gozo de que Dios nos ama y es tan amoroso. ¡Los católicos PODEMOS cantar, y debemos hacerlo con gusto y con gracia!
Aún así, sabemos que, en muchos lugares del mundo, la música que suena en el corazón de padres y madres es un triste lamento cuando lloran la muerte de sus hijos ya sea por ataques indiscriminados, hambrunas y cuidados médicos inadecuados. Jesús escucha sus llantos y se une a ellos en su propia cruz. Pero la Navidad confirma que la esperanza que vuelve a nacer esa noche no es en vano: Dios compone nuestras canciones tristes en una partitura que se completa únicamente cuando nos encontremos todos en el cielo. Nuestras vidas y relaciones terrenales están conectadas a la vida eterna que nos gana Cristo. Porque como nos lo recuerdan San Pablo y nuestro Año Jubilar que concluye, “La esperanza no defrauda” (Romanos 5:5).
Les invito a extender su peregrinaje de esperanza afirmando prácticas espirituales que comenzaron o que se profundizaron este año pasado. Nuestras oraciones y continua participación en los sacramentos de la Eucaristía y Penitencia energizan y sostienen nuestra esperanza contra cualquier cosa que nos presente este próximo año.
Luego de escuchar el glorioso canto de los ángeles, ya sea que los pastores mismo hayan cantado a tono o no mientras caminaban hacia Belén a contemplar al Niño Jesús, seguramente han de haber practicado para convertirse en “cantores” de este santo niño. ¡Qué ustedes también lleven una canción en sus corazones y en sus labios y que el Espíritu de la esperanza de Navidad habite con ustedes y con sus familias!